
Nuestra Hermandad, sigue también su camino, un camino difícil y lleno de obstáculos, pero tenemos que saber de antemano que los caminos difíciles son por una u otra razón los que mayor satisfacción dan, cuando se han alcanzado y cumplidos los diferentes logros. Lo que me preocupa en un amplio sentido, es cuando miramos atrás con cierto grado de nostalgia, pero sin salir del ayer, con una apatía inmensa hacia el devenir, y lo que es peor, haciendo alardes de que se ha actuado de las mil maneras posibles, siendo una quimera construir algo mejor de lo que hay en la actualidad. Personalmente no estoy de acuerdo, porque todo es mejorable y en nuestra hermandad hay muchas sendas que deben de ir en el camino correcto, es más, el cambio ya se está produciendo y solo es cuestión de tiempo que nuestra corporación “amarre” los flecos que todavía quedan sueltos para poder aspirar a unos objetivos más adecuados y a un futuro más estable, pero sin el apoyo y el consenso de todos, y de las personas cuya formación es la indicada para ayudar a construir ese futuro, se me antoja muy complicado y con una mayor demora en el tiempo.
No soy irrealista, ni vivo de sueños e ilusiones, intento ser lo más coherente posible con las bases que nuestra Hermandad ya tiene, lo único que solicito de una manera humilde, es más ayuda de las personas que observan con cierto recelo el proyecto de futuro que cubre la Hermandad y todo lo que la rodea, para hacer de nuestra corporación algo mucho mejor, dejando a un lado los intereses personales que cada uno tenga y mirando más por lo común, por lo global. Esa es la piedra angular del buen católico, del buen cofrade.
El tiempo, ese gran aliado, será quien de su veredicto.
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