miércoles, 5 de diciembre de 2018

Formación. El Adviento; por nuestro Director Espiritual Juan José Linares Mota


Las palabras Adviento, Navidad, Epifanía poseían casi el mismo significado en la época en que el tiempo de Adviento se vino a sumar, en Occidente, a las dos solemnidades de la Natividad del Señor y su manifestación (siglo VI). Las tres expresiones se empleaban para saludar la llegada de un soberano o su triunfal entrada en una ciudad. Con el Adviento nos adentramos en un período litúrgico de seis semanas, en el que se conmemora la venida de Cristo Jesús. Pero, mientras en tiempo de Navidad contemplaremos el misterio del Verbo encarnado, de Dios hecho hombre (Natividad) y del hombre Jesús manifestado como Dios (Epifanía), las cuatro semanas de Adviento tienen como objeto hacernos elevar las miradas hacia el futuro, en espera de su retorno glorioso, participando de la esperanza de los tiempos mesiánicos que llenaba los corazones cuando resonó la voz de Juan Bautista. De este modo, nos disponemos a conmemorar, con una fe más viva, la venida de Cristo a los hombres, en el momento de su nacimiento en Belén.

Las lecturas, preces y cánticos hacen notar el doble carácter del tiempo de Adviento que une armónicamente el ciclo litúrgico. La primera parte del Adviento (desde el domingo primero al 16 de diciembre) recuerda, en especial al principio, la segunda venida de Cristo. De este modo pasa a ser como una prolongación del final del tiempo ordinario, que culmina con la solemnidad de Cristo Rey del Universo. Los ocho días siguientes se ordenan más directamente a la preparación de la Navidad, y, en la misa de la noche del 24 de diciembre, se produce un tránsito casi imperceptible entre el tiempo de Adviento y el de Navidad.


Toda la liturgia de Adviento se puede sintetizar en los dos prefacios de este tiempo. El primero da gracias porque el Señor ha venido “en la humildad de nuestra carne”, y anuncia que vendrá “de nuevo en la majestad de su gloria”, mientras que el segundo –empleado del 17 al 24 de diciembre- evoca a los profetas, la Virgen y Juan Bautista, para “prepararnos con alegría al misterio de su nacimiento”.

Se ha utilizado dos símbolos para celebrar este momento:

-       La corona de Adviento en el que se decora con flores y guirnaldas cuatro velas de distintos colores ( verde, morado, rosa y blanco) en el cual se enciende uno cada domingo.
-    El árbol de Adviento en el que se decora con las virtudes reemplazando cada domingo a los vicios contrarios.Este símbolo se usa poco. En algunas parroquias se hace.

En el  primer domingo de Adviento la expectativa ante el retorno del Señor polariza la atención de la Iglesia y nutre su oración. Desde el comienzo de la misa volvemos nuestras miradas a Dios. Si el cristiano es un hombre que aguarda a Cristo, su espera no supone una actitud de pasividad, un abandono de todo el mundo. Tiene que salir al encuentro de Cristo acompañado de las buenas obras. El Señor retornará, como lo había prometido, pero desea que caminemos hacia Él sin escatimar sacrificios. La esperanza cristiana es una fidelidad en la fe y un combate, cuyo protagonista es Cristo en nosotros.

En el segundo domingo de Adviento la Iglesia continúa con la actitud de espera del Señor. La certeza de la llegada de Cristo llena de gozo al cristiano. En la intimidad del Señor, que le va a alimentar en la comunión eucarística aprenderá a sopesar los bienes de la tierra amando intensamente los del cielo.

 Al tercer domingo de Adviento se le ha llamado de “Gaudete”. Recuerda al cristiano cuál ha de ser el motivo (llegar a la Navidad) que tiene que configurar de modo especial su alegría. La alegría de la Navidad, que brilla ya desde ese momento en la esperanza, nos ha de acompañar durante toda la vida.

El cuarto domingo de  Adviento ya se orienta por entero hacia la Navidad de Jesús. La liturgia se dirige hacia la Virgen María que espera el alumbramiento y la Iglesia proclama su fe en la encarnación del Hijo de Dios.

En la liturgia se utiliza el color morado en los ornamentos: en la casulla, estola  y adornos en los altares o en el revestimiento del ambón. En el tercer domingo, que es el de Gaudete, se utiliza el rosa.

Este es un período eminentemente mariano. En este momento se celebran algunas festividades de la Virgen:
-      La Inmaculada Concepción (8 de diciembre): que es solemnidad y se utiliza el color celeste en los ornamentos litúrgicos, por la representación que se hace de la Virgen de su manto en el arte.
-      Ntra. Sra. de Loreto (10 de diciembre).
-      Ntra. Sra. de Guadalupe (12 de diciembre): Patrona de México.
-      Ntra. Sra. de la O (18 de diciembre):Expectación, Esperanza, Macarena. Imágenes de la devoción popular.

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