Las
palabras Adviento, Navidad, Epifanía poseían casi el mismo significado en la
época en que el tiempo de Adviento se vino a sumar, en Occidente, a las dos
solemnidades de la Natividad del Señor y su manifestación (siglo VI). Las tres expresiones
se empleaban para saludar la llegada de un soberano o su triunfal entrada en
una ciudad. Con el Adviento nos adentramos en un período litúrgico de seis
semanas, en el que se conmemora la venida de Cristo Jesús. Pero, mientras en
tiempo de Navidad contemplaremos el misterio del Verbo encarnado, de Dios hecho
hombre (Natividad) y del hombre Jesús manifestado como Dios (Epifanía), las
cuatro semanas de Adviento tienen como objeto hacernos elevar las miradas hacia
el futuro, en espera de su retorno glorioso, participando de la esperanza de
los tiempos mesiánicos que llenaba los corazones cuando resonó la voz de Juan
Bautista. De este modo, nos disponemos a conmemorar, con una fe más viva, la
venida de Cristo a los hombres, en el momento de su nacimiento en Belén.
Las
lecturas, preces y cánticos hacen notar el doble carácter del tiempo de
Adviento que une armónicamente el ciclo litúrgico. La primera parte del
Adviento (desde el domingo primero al 16 de diciembre) recuerda, en especial al
principio, la segunda venida de Cristo. De este modo pasa a ser como una
prolongación del final del tiempo ordinario, que culmina con la solemnidad de
Cristo Rey del Universo. Los ocho días siguientes se ordenan más directamente a
la preparación de la Navidad, y, en la misa de la noche del 24 de diciembre, se
produce un tránsito casi imperceptible entre el tiempo de Adviento y el de
Navidad.
Toda
la liturgia de Adviento se puede sintetizar en los dos prefacios de este
tiempo. El primero da gracias porque el Señor ha venido “en la humildad de
nuestra carne”, y anuncia que vendrá “de nuevo en la majestad de su gloria”,
mientras que el segundo –empleado del 17 al 24 de diciembre- evoca a los
profetas, la Virgen y Juan Bautista, para “prepararnos con alegría al misterio
de su nacimiento”.
Se
ha utilizado dos símbolos para celebrar este momento:
- La corona de Adviento en el que se decora con flores y
guirnaldas cuatro velas de distintos colores ( verde, morado, rosa y blanco) en
el cual se enciende uno cada domingo.
- El árbol de Adviento en el que se decora con las
virtudes reemplazando cada domingo a los vicios contrarios.Este símbolo se usa
poco. En algunas parroquias se hace.
En el
primer domingo de Adviento la expectativa ante el retorno del Señor
polariza la atención de la Iglesia y nutre su oración. Desde el comienzo de la
misa volvemos nuestras miradas a Dios. Si el cristiano es un hombre que aguarda
a Cristo, su espera no supone una actitud de pasividad, un abandono de todo el
mundo. Tiene que salir al encuentro de Cristo acompañado de las buenas obras.
El Señor retornará, como lo había prometido, pero desea que caminemos hacia Él
sin escatimar sacrificios. La esperanza cristiana es una fidelidad en la fe y
un combate, cuyo protagonista es Cristo en nosotros.
En
el segundo domingo de Adviento la Iglesia continúa con la actitud de espera del
Señor. La certeza de la llegada de Cristo llena de gozo al cristiano. En la
intimidad del Señor, que le va a alimentar en la comunión eucarística aprenderá
a sopesar los bienes de la tierra amando intensamente los del cielo.
Al
tercer domingo de Adviento se le ha llamado de “Gaudete”. Recuerda al cristiano
cuál ha de ser el motivo (llegar a la Navidad) que tiene que configurar de modo
especial su alegría. La alegría de la Navidad, que brilla ya desde ese momento
en la esperanza, nos ha de acompañar durante toda la vida.
El cuarto domingo de Adviento ya se orienta por entero hacia la
Navidad de Jesús. La liturgia se dirige hacia la Virgen María que espera el
alumbramiento y la Iglesia proclama su fe en la encarnación del Hijo de Dios.
En
la liturgia se utiliza el color morado en los ornamentos: en la casulla,
estola y adornos en los altares o en el
revestimiento del ambón. En el tercer domingo, que es el de Gaudete, se utiliza
el rosa.
Este
es un período eminentemente mariano. En este momento se celebran algunas
festividades de la Virgen:
- La Inmaculada Concepción (8 de diciembre): que es
solemnidad y se utiliza el color celeste en los ornamentos litúrgicos, por la
representación que se hace de la Virgen de su manto en el arte.
- Ntra. Sra. de Loreto (10 de diciembre).
- Ntra. Sra. de Guadalupe (12 de diciembre): Patrona de
México.
- Ntra. Sra. de la O (18 de diciembre):Expectación,
Esperanza, Macarena. Imágenes de la devoción popular.
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